La Semana Grande donostiarra se celebró por primera vez en 1876, el mismo año que Alfonso XII estrenaba reinado. No obstante, no era un elemento sin tradición, pues la festividad de la Virgen el 15 de agosto ya se celebraba con anterioridad en la ciudad. Poco a poco, a lo largo de los años, principalmente por iniciativa del empresario guipuzcoano José Arana, la Semana Grande fue evolucionando y completandose con diferentes actos. Siempre en torno a las corridas de toros y a un turismo estival muy ligado al veraneo cortesano que acompañaba a los reyes y al gobierno.
Tras años de cambios y vicisitudes varias la fiesta ha evolucionado muy positivamentehasta llegar a nuestros días. En el calendario otras fiestas como las Regatas, la Feria de Santo Tomás, los Caldereros, los Carnavales, y, por supuesto, la fiesta de San Sebastián, forman parte de nuestra idiosincrasia identitaria, de nuestro ADN sentimental más profundo e indiscutible. Y la Aste Nagusia, en una época en la que la ciudad acoge a miles de visitantes, se ha ha convertido en un buen ejemplo de acuerdo y pacto ciudadano. En primer lugar, un pacto entre generaciones, entre gipuzkoanos y donostiarras, entre turistas y residentes. Si hablamos de distintas y hasta opuestas concepciones de lo que es el ocio, la fiesta y el disfrute, desde el Ayuntamiento donostiarra hemos de trabajar para que todas estas sensibilidades tengan su lugar en la Semana Grande. Estamos en la política municipal para tejer acuerdos, paratender puentes, no derribarlos. No se trata de enfrentar ni primar unas expresiones sobre otras.
Desde el pasado de ciudad balneario de la Belle Époque, evolucionamos preservando nuestra identidad como ciudad liberal, abierta y europea, superando tendencias ruralizantes que no responden ni a nuestra realidad, ni a nuestra tradición y mucho menos a nuestra vocación de futuro. Somos una ciudad de identidades compartidas, que es capaz de convivir con naturalidad desde la complejidad de sentimientos. Hemos sido y somos donostiarras, vascos, españoles y con un ojo siempre mirando a Francia. Y siempre abiertos a Europa, a las ideas progresistas y a los proyectos de modernidad.
Los cambios que se introduzcan deben ir en el sentido de equilibrar tendencias o modernizar la fiesta incorporando elementos y expresiones innovadoras, nunca prohibiendo o suprimiendo legitimas manifestaciones de la misma. Desde los toros en Illumbe pasando por los conciertos en Sagüés o en Ondarreta. Escuchando a Rosario a Makako o a Berri Txarrak. Con el desembarco de los piratas o al son de los tangos o el baile latino tanto en el Boulevard como la plaza Easo. O con el espectáculo diario que reúne a decenas de miles de personas en torno a los fuegos artificiales, verdadero ejemplo de movilización popular. Recuperando el desaparecido cine en la playa. Desde pronto por la mañana hasta altas horas en la noche. Desde La Copa de Oro del Hipódromo hasta el zezen-suzkoa en La Concha. La Aste Nagusia debe ser para niños, jóvenes y mayores. Para disfrutarla en euskera, en castellano en francés o en ingles; tanto mejor en todas las lenguas juntas. Desde el respeto y la convivencia siempre. Atendiendo al público más amplio posible. Todos merecen su espacio. Conjugando tradición y modernidad.
Así, la fiesta servirá también para asentar la convivencia entre nosotros. El Ayuntamiento de San Sebastián debe conbatir toda muestra de intolerancia, intransigencia o fanatismo de cualquier tipo. Principalmente haciendo un llamamiento a la ciudadanía para que las rechace pero también velando para que primen el respeto y la coexistencia. Hemos de estar alerta especialmente ante brotes de violencia contra las mujeres.
En el PSE-EE hemos comenzado esta nueva legislatura con la convicción de que la convivencia entre diferentes, la conjunción de sensibilidades es lo mejor para Donostia. La suma en el respeto es la principal carácterística de la cultura urbana y los socialistas donostiarras somos unos convencidos de que los valores ciudadanos que defendemos son los que mejor representan el espíritu de San Sebastián. Un espíritu abierto e integrador del que estamos profundamente orgullosos y que reivindicamos desde el Gobierno Municipal frente a quienes tienen una visión cerrada, monolítica y endogámica de la identidad y de la ciudad. La apertura de la Semana Grande es la mejor imagen de esa apuesta plural por la diversión desde la diversidad. Disfrutemos pues todos, cada uno con las personas que quiera y en el ambiente que más le guste.
Con el deseo de que esta Semana Grande se convierta en la mejor tarjeta de presentación y preludio de nuestra Capitalidad Cultural Europea en 2016, nuestra gran oportunidad para proyectarnos en el exterior como una ciudad ambiciosa y dinámica que, después de la pesadilla que supuso el terrorismo, disfruta de la libertad y de la paz, y tiene todo el derecho del mundo a ganar el futuro, a la prosperidad económica y a la cohesión social. Denok festara!