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26 MAR 2015      ARTÍCULO DE ODÓN ELORZA

¿PARA QUÉ QUERÍAMOS LA CAPITALIDAD CULTURAL EUROPEA?

¿Qué ha sucedido desde que nos pusimos a saltar eufóricos de alegría tras ganar aquel título en la gran sala del Ministerio de Cultura un 28 de junio de 2011, ante la envidia de las ciudades rivales y el aplauso del jurado internacional?

Queríamos combatir una imagen de San Sebastián asociada a la violencia y el terror. Queríamos poner en valor y difundir nuestra intensa vida cultural, la misma que sobrevivía en extraña coexistencia con el terrorismo. Donostia y Gipuzkoa necesitaban un reto colectivo, un objetivo ambicioso con el que impulsar el final del terrorismo y levantar olas de una nueva energía ciudadana.

Con aquella intención propuse a la ciudad ganar un gran titulo acorde con la tradición y las potencialidades culturales de Donosti, para aprender, a lo largo de su preparación y desarrollo, a construir la convivencia. Además, convenía redefinir nuestro modelo cultural superando la autocomplacencia.

Lograr ser Capital Europea de la Cultura en 2016 nos obligaría a ser exigentes e innovadores con los nuevos equipamientos: la Casa de la paz y los derechos humanos en Aiete, el Museo San Telmo, el Basque Culinary Center, Musikene y Tabakalera, entre otros. Con ellos, con los festivales y los eventos culturales no oficiales nos propusimos alentar nuestra capacidad artística y creativa para contagiarla a otra ciudades de una Europa en crisis, en la idea de contribuir a afrontar los nuevos desafíos.

Era imprescindible que el relato y la épica de nuestro Proyecto interesara y fuera de utilidad a otros territorios europeos con problemas de convivencia y cohesión social. De modo que aquel sueño buscaría el encuentro con ciudades europeas que atravesaran graves problemas económicos, sociales, medioambientales, de inmigración, sanitarios, culturales, lingüísticos y, por supuesto, conflictos de violencia o sus consecuencias por un reciente pasado.

Con ellas empezamos a trabajar en redes para reflexionar sobre el papel de la educación y la cultura y contrastar propuestas de solución a las crisis existentes. Y así construimos el Proyecto "Cultura para la Convivencia". Defendíamos -y lo seguimos haciendo- que la violencia y el miedo, el sectarismo y el odio, la exclusión y la pobreza, el racismo y la xenofobia se combaten con más cultura, favoreciendo el acceso a la cultura.

Por eso nuestra candidatura tenía que hablar de la educación en valores, abrir la ciudad y el País Vasco a otras realidades y expresiones culturales, a otros pueblos bañados por el Atlántico de Norte a Sur. Debería movilizar a la ciudadanía y empoderar a nuestros colectivos y organizaciones culturales para abordar, en torno a la idea de "Cultura para la Convivencia", la coproducción de espectáculos de música, danza, teatro y coros, de actividades artísticas, literarias, deportivas, exposiciones y programas sociales, como fruto de la cooperación y del desarrollo del trabajo en red con colectivos, grupos, entidades e instalaciones culturales de otras ciudades del continente.

Los programas aprovecharían el simbolismo de la mar, isla, faros, olas, arena, ríos y montes a lo largo de un territorio asentado en dos Estados, porque contábamos con la complicidad de Baiona y Biarritz. La candidatura quería romper tabúes y se articulaba con el euskera, castellano y francés en un espacio transfronterizo para configurar la Eurociudad cultural vasca como un modelo para Europa.

Estuvimos convencidos (¡qué ingenuidad!) de que DSS2016 nos ayudaría a ser una ciudad más cosmopolita, menos sectaria y endogámica, comprometida con los problemas reales de las gentes de Euskal Hiria y de las urbes europeas; algo que el evento no podía ocultar. Seríamos el centro de los debate sobre temáticas contemporáneas como las causas de la crisis y el desempleo, los jóvenes y las nuevas migraciones, el ébola o la yihad.

Se avanzaría plasmando la idea central del Proyecto cultural desde 2013 con celebración de foros, presentación de libros y estreno de películas. 2016 daría oportunidad a prácticas de solidaridad, serviría al desarrollo de la industria cultural, al impulso de proyectos de artistas jóvenes y permitiría una mayor presencia de las diferentes tradiciones y expresiones culturales vascas en el espacio europeo de interculturalidad.

Con estos compromisos nos lanzamos en marzo de 2008, sin mucha credibilidad en la calle pero decididos a alimentar los ejes en procesos participativos y consultas con el mundo cultural y la ciudadanía, organizando talleres, reuniones y hasta asambleas en el Teatro Victoria Eugenia.

Pero el tiempo ha transcurrido y no se ha recorrido bien el camino. Muchos han perdido la ilusión por un Proyecto despreciado por quienes nunca sintieron ni la pasión por su contenido ni la necesidad de su realización. Tres años sin dar con un equipo, sin buscar patrocinios y sin comunicar la razón de ser de DSS2016.

Demasiados errores, sectarismo e incapacidad de gestión que han desfigurado contenidos y matado los sueños. Aunque ayer en Bruselas, con buen criterio y elegancia, el comité europeo de seguimiento ha soslayado los problemas y carencias de la candidatura. El resultado final será otra historia.

 

Odón Elorza

Diputado por Gipuzkoa e integrante de la candidatura de Ernesto Gasco

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