Harkaitz Millán
Somos muchos los donostiarras que pensamos que esta ciudad necesita un profundo cambio de rumbo. Muchos, de diferentes ideologías, sensibilidades e identidades distintas, que estamos orgullosos de la diversidad de esta ciudad, de su identidad compleja y abierta. Donostia necesita que se gestione esta pluralidad desde la apertura de mentes, no desde el sectarismo ni desde el reduccionismo. Nuestra complejidad como sociedad no es algo a eliminar, sino algo que hemos de fomentar y preservar. Los donostiarras somos, en amplia mayoría, progresistas, heterogéneos, urbanos y amantes de nuestra ciudad. La mayoría no somos seguidores crédulos de una ideología o sigla política, sino ciudadanos críticos que aunque tenemos nuestras preferencias y diferencias, reconocemos en el otro el valor de la diversidad.
Creo que hay muchos donostiarras que, como yo, siendo euskaldunes y progresistas, incluso con sensibilidad nacional vasca, creen que la diferencia y la pluralidad es un valor. Una seña de identidad positiva y moderna. La identidad vasca del futuro. Nuestro futuro no puede ni debe ser reproducción de nuestro pasado. Además, San Sebastián ya es así. No hay que inventar nada, sólo reconocer nuestra realidad. Nuestra ciudad no está, afortunadamente, integrada por ciudadanos que secunden una única idea política, una única adscripción nacional, un único idioma y cultura. Donostia la forman hombres y mujeres diversos en múltiples ámbitos. Muchos euskaldunes y otros no. Otros tantos abertzales y otros muchos no. Miembros de asociaciones y gente que no lo es. Miembros de partidos políticos y muchos más que nunca lo han sido. El Ayuntamiento debe estar gestionado desde el respeto a esta complejidad y valorándola como lo que es: un valor a preservar.
Ante la elección de un nuevo Ayuntamiento, creo sinceramente que muchos pueden verse identificados en una propuesta plural, que integra personas de distintos ámbitos, sensibilidades e identidades. La ambición de algunos es representar a una parte de nuestra sociedad. Apuestan por gobernar por y para una única ideología, un tipo de gente, una sensibilidad o una identidad. Esta es su fórmula. Representan un trozo de Donostia.
Hay quienes aún viviendo en la ciudad, ensalzan el modo de vida no urbano. No comprenden que la ciudad es un modo de vida, una actitud, una cultura cívica. Abierta a la heterogeneidad y que respeta la individualidad. La ciudad no es la suma de barrios. No es la suma interminable de comunidades pequeñas cuando más homogéneas mejor. No tenemos que ir muy lejos del Ayuntamiento para ver cómo hay quienes simpatizan con corrientes desintegradoras de la ciudad, que contraponen los barrios a la ciudad, como si éstos no fueran parte integrante del Donostia metropolitano que va más allá de su término municipal. Como si Altza, Intxaurrondo, Egia, Antiguo o Igeldo, fueran pequeñas aldeas confederadas entre sí. Defienden una ciudad sin ambición, que da la espalda a todas sus oportunidades de futuro, que pasa de puntillas sobre sus grandes posibilidades de desarrollo. Que afronta el futuro sin visión ni ambición. Esta no es la ciudad que quiero.
La nueva política exige de los ciudadanos un compromiso activo, pero no acrítico. No de sumisión a unas siglas triunfadoras, sino de trabajo en común con aquellas que se muestran sensibles al pulso real de la sociedad. Integrando a personas con militancia política junto a otras con compromiso social en diversos ámbitos. Una mirada nueva y ecléctica que ponga en valor los espacios de decisión compartida. Nuestras legítimas diferencias en campos ideológicos e identitarios no deben ser freno para el enorme potencial que tenemos como ciudad.
Pasada la siniestra página de la violencia que tanto sufrimiento y dolor ha causado, estoy convencido de que Donostia puede ser una ciudad pionera en defensa de los valores del entendimiento político, la convivencia cívica en paz, del respeto a los derechos humanos, de respeto a la diversidad. Para ello, es fundamental la construcción de un relato democrático sobre nuestro pasado más trágico que sea respetuoso y sensible con quienes más han sufrido y que a la vez nos permita cerrar de una vez las heridas de nuestra traumática historia reciente. El Ayuntamiento puede y debe ser motor en este proceso.
Es por estas razones por las que, personalmente, he dado el paso de sumarme al proyecto colectivo de cambio que lidera Ernesto Gasco como candidato del PSE-EE a la Alcaldía de Donostia y formar parte de su candidatura municipal. Lo hago, humildemente, como ciudadano independiente, convencido de que es el proyecto que mejor representa la heterogeneidad y la pluralidad de los y las donostiarras. Una opción donde, en mi opinión, podemos sentirnos cómodos una gran mayoría de ciudadanos de distintas tradiciones y sensibilidades que, sin renunciar a esas raíces, compartimos un proyecto de ciudad de futuro abierto, ambicioso e integrador.
Harkaitz Millan Etxezaharreta
Independiente en la candidatura del PSE-EE de San Sebastián